El pasado 10 de septiembre se conmemoró el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, fecha establecida por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), misma que tiene el objetivo de crear conciencia acerca de la prevención del suicidio en todo el mundo. Según datos de la OMS1, cada año cerca de 700,000 personas se quitan la vida y muchas más intentan hacerlo. Puede ocurrir a cualquier edad, sin embargo, en 2019 fue la cuarta causa de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo. Si bien el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales (en particular, la depresión y el consumo de alcohol) está bien documentado en los países de altos ingresos, muchos casos se dan en personas que lo cometen impulsivamente en situaciones de crisis en las que su capacidad para afrontar las tensiones de la vida, como los problemas económicos, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicos, es nula. De acuerdo con el INEGI, en 2019 en Coahuila se registraron 261 suicidios de los cuales la mayoría se reportó en hombres, con 215 casos y 46 en mujeres; mientras que en el 2020 ocurrieron 273 fallecimientos por suicidio, siendo 235 del sexo masculino y 38 del sexo femenino. Respecto a la Zona Metropolitana de La Laguna (ZML), al 2019 ocurrieron 110 suicidios: Matamoros 11, Torreón 50, Gómez Palacio 35 y Lerdo 14. Concentrándose en las edades de 15 a 49 años de edad. Para el 2020, se presentó una leve disminución en la ZML, registrándose 89 suicidios: Matamoros 5, Torreón 51, Gómez Palacio 23 y Lerdo 10. Concentrándose en las edades de 15 a 64 años de edad. La tasa de mortalidad por suicidio es uno de los indicadores de la meta 3.4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, cuyo propósito es que, de aquí a 2030, se reduzca en un tercio el riesgo de mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante su prevención y tratamiento, así como promover la salud y el bienestar mental. Es posible prevenir los suicidios adoptando medidas a nivel de la población, de determinados grupos poblacionales y del individuo. La OMS ha elaborado una guía para prevenir el suicidio denominada LIVE LIFE («Vive la vida») en el que se recomiendan las siguientes intervenciones de eficacia demostrada que se basan en la evidencia: Restringir el acceso a los medios utilizados para suicidarse (por ejemplo, los plaguicidas y ciertos medicamentos); Orientar a los medios de comunicación para que informen con responsabilidad sobre el suicidio; Desarrollar en los adolescentes aptitudes socioemocionales para la vida; Detectar a tiempo, evaluar y tratar a las personas que muestren conductas suicidas y hacerles un seguimiento. Las actividades preventivas exigen la coordinación y colaboración de varios sectores de la sociedad, como los de la salud, educación, iniciativa privada, dependencias gubernamentales, las fuerzas del orden y los medios de comunicación. Esas actividades deben ser amplias e integrales, dado que ningún enfoque puede atajar por sí solo una cuestión tan compleja.
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