"El Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) define el peligro como la probabilidad de ocurrencia de un evento que se presenta en la naturaleza o que tiene un origen antropogénico, que, por su energía y persistencia, puede ocasionar un desastre. Los riesgos son una posibilidad de ocurrencia de daños o efectos indeseables sobre sistemas constituidos por personas, comunidades o bienes, derivadas de acciones humanas u orígenes naturales. Se le considera desastre a la interrupción brusca de la vida cotidiana, que provoca pérdidas humanas, materiales y ambientales. Es de gran importancia establecer mecanismos de prevención y mitigación, tras haber pronosticado e identificado las áreas susceptibles de afectación por fenómenos naturales. Los peligros antropogénicos son producidos por actividades humanas, los cuales pueden ser clasificados dentro de unos de los siguientes grupos: químico-tecnológicos, sanitario-ambientales y socio-organizativos. En ocasiones los asentamientos humanos son establecidos sin tener bien definidas las zonas más aptas para un desarrollo comunitario adecuado, acumulando factores que provocan una tendencia de incremento a la vulnerabilidad, frente a amenazas de origen natural y antrópico. Si a lo anterior se le agrega que las condiciones socioeconómicas en dichos asentamientos son frágiles, y que, en muchos casos se encuentran en zonas carentes de infraestructura básica adecuada, la combinación de estos factores aumenta potencialmente las posibilidades de un desastre. La ZML, de acuerdo al Servicio Geológico Nacional, tiene la ventaja de ubicarse sobre una planicie semidesértica clasificada como Zona A, es decir, una zona asísmica, puesto que no se tienen registros de sismos en los últimos 80 años; y, donde no se esperan aceleraciones del suelo mayores a 10% de la aceleración de la gravedad a causa de los temblores. En materia hidrometeorológica, es común observar en época de lluvias diversos puntos de inundación, que varían en cuanto a la altura y el tiempo de drenado, estos puntos son en su mayoría asentamientos irregulares, por la falta de drenaje pluvial en la zona, el exceso de basura en las coladeras y registros, tal y como una planeación inconsistente con el terreno natural. En julio del 2015, se presentaron problemas ocasionados por las precipitaciones, así como su correlación con el escurrimiento natural de la caída del agua de cerro en el poniente de Torreón, debido al crecimiento y desarrollo urbano no ordenado, donde hubo desbordamiento de canales e inundaciones que afectaron colonias como: Segunda Rinconada, J.R. Mijares, Torreón y Anexas, Nuevo México, Primera de Mayo y Jacobo Meyer. Otro riesgo natural, poco común, pero presente en la región, son los hundimientos de tierra observados en los municipios de la ZML, que son principalmente provocados por derrumbes de cavernas subterráneas, que son erosionadas por fugas de agua, repentinos movimientos internos del acuífero y por lluvias. Estos hundimientos son conocidos como “abras”; sus profundidades van desde los pocos centímetros de profundidad hasta pasar los 7 metros. En base, a los peligros ya descritos, el CENAPRED recomienda la elaboración de herramientas como el Atlas de Riesgo, instrumento que sirve para sentar bases de conocimiento del territorio, así como los peligros a los que se afrontan tanto la población como la infraestructura en el sitio, contribuyendo así a mitigación de riesgos de desastres.
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