"El comercio en la ciudad ha pasado de estar situado a nivel de calle, como se encontraba comúnmente en el centro, para aglomerarse en grandes edificaciones, espacios “públicos” de propiedad privada”. En términos urbanos, el espacio público ha sido siempre el elemento estructurador de la ciudad. Por medio de una red conformada por calles, plazas y parques se conecta la ciudad facilitando el traslado dentro de ella, pero también es en estos espacios tradicionales en los que toma lugar la vida urbana y en la que el habitante ejerce su derecho a la ciudadanía. Jordi Borja y Zaida Muxi, en su libro “El espacio público, ciudad y ciudadanía” (2003) hacen mención de diversos factores que han generado una crisis del espacio público en la ciudad actual. Iniciando por la adopción del modelo de ciudad americana, creada y diseñada para el automóvil, la prioridad económica sobre el interés público y la inseguridad ciudadana, han provocado que la idea de espacio público tradicional se vaya perdiendo terminando en únicamente espacios residuales dentro del tejido urbano sin ninguna conexión con éste. Estos espacios a veces terminan incluso como lugares públicos privados, perdiendo las características que antes lo identificaban como el lugar de encuentro en que se construía la sociedad. Todos estos factores, así como la creciente cultura del consumo han dado lugar a la creación de sustitutos del espacio público tradicional. Los centros comerciales también llamados “malls”, han entrado en escena para simular la vida que antes se generaba en las plazas, parques y calles. Son islas mono funcionales dentro de la ciudad las cuales se sitúan comúnmente cercanas a zonas residenciales de plusvalía alta y conectadas con vialidades principales. El comercio en la ciudad ha pasado de estar situado a nivel de calle, como se encontraba comúnmente en el centro, para aglomerarse en estas grandes edificaciones, espacios “públicos” de propiedad privada. Es en esta transformación de la vida pública en la que el usuario pasa de ser ciudadano, como lo es en la plaza, la calle y el parque, a identificarse como consumidor. En Torreón, las primeras construcciones de centros comerciales tuvieron lugar en el año 2001. En los últimos 18 años se han construido un total de cuatro grandes centros comerciales. La Encuesta Nacional de Ingresos por Hogar de INEGI, indica que el ingreso promedio por hogar en la Zona Metropolitana de La Laguna es de $15,421.4 pesos al mes y el gasto mensual promedio es de $10,095.4 pesos, del cual 53% es destinado a alimentos y transporte y únicamente el 5% es destinado a vestido y calzado. Según el Índice de Niveles Socioeconómicos creado por la Asociación Mexicana de Agencias de Inteligencia de Mercado y Opinión (AMAI), en La Laguna solo el 37% de los hogares forma parte del grupo considerado como “consumidor”, el cual abarca los tres primeros niveles socioeconómicos. El 46% de los hogares son de nivel socioeconómico bajo, es decir, que la mitad de la población de la Zona Metropolitana de La Laguna no tiene acceso a este tipo de espacios comerciales. La pérdida del espacio público tradicional y la llegada de esta nueva tipología de espacios urbanos tienen una repercusión social. Ya que al ser un espacio creado y destinado para el consumo, excluye principalmente a los colectivos sociales que no cuentan con los recursos necesarios para formar parte de este grupo y termina fomentando la segregación entre clases sociales. En Torreón, contamos con un índice de 4.9 m2 de parques y plazas por habitante. Éste índice es considerado bajo, sin tomar en cuenta que el 31% son de acceso restringido, es decir que únicamente el 69% es realmente público. Por este motivo, es importante dotar a la ciudad de lugares públicos para todos los colectivos, que promuevan la mixtura social. El espacio público tradicional es históricamente el lugar de encuentro y es ahí donde el habitante ejerce su derecho a la ciudad y recupera su identificación como ciudadano.
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