La forma habitual de adquirir una vivienda mediante un financiamiento público ya sea por medio del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT) o por el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (FOVISSSTE) es a través de un crédito inmobiliario que generalmente se solicita en nuevos fraccionamientos, sin embargo, se ha prestado poca atención a los créditos de vivienda usada en colonias tradicionales. Una colonia hace referencia a una división administrativa mientras que el barrio tradicional se entiende un espacio urbano a escala peatonal que tiene identidad propia y que genera sentido de pertenencia en sus habitantes. Para Aldo Rossi, arquitecto italiano, el barrio es una unidad morfológica y estructural que se caracteriza por cierto paisaje urbano, cierto contenido social y una función propia. Mayoritariamente, el tipo de crédito inmobiliario que se otorga en colonias tradicionales es aquel que se clasifica como “vivienda usada” y se refiere a aquella residencia que ya ha sido ocupada o que tiene una construcción mayor a tres años. Al respecto, tanto el FOVISSSTE como el INFONAVIT han otorgado un total de 4,073 créditos de vivienda usada en el Municipio de Torreón durante 2018 y 2019 de un total de 7,719 unidades crediticias. Esta dinámica inmobiliaria cobra importancia en las metrópolis contemporáneas porque es una respuesta a la expansión de las ciudades, lo cual conlleva a desarrollar estrategias para la consolidación urbana, este concepto es definido por la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del Estado de Coahuila de Zaragoza como “la acción tendiente al mejor aprovechamiento de la infraestructura, el equipamiento o los servicios existentes en una zona determinada de un centro de población, ocupando los espacios y predios baldíos y subutilizados dentro de su área urbanizada”. En este sentido, cuando una persona elige adquirir una vivienda en un sector cercano al de la familia o a la de su trabajo se crea una serie de ventajas referentes a la proximidad a bienes y servicios como un alto nivel de equipamiento público, una alta cobertura de transporte (en sus diferentes modalidades) y gran diversidad de comercio. Sin embargo, hay dificultades a las que debemos de prestar atención como en la capacidad de la infraestructura ya existente (redes de drenaje, agua potable y alumbrado público) puesto que a mayor población se genera mayor demanda de los servicios públicos. Otro aspecto a tomar en consideración es el estacionamiento y, por último, las áreas verdes y recreativas son insuficientes o inexistentes. Este panorama nos pone como el gran reto al sector privado, social y público en todos sus niveles, de generar programas de consolidación urbana en barrios tradicionales a través de planes sectoriales en donde el uso de suelo permita el comercio de bajo impacto urbano y las construcciones verticales además se fomente la inversión pública y privada para la rehabilitación de infraestructura, se recuperen viviendas por medio de remodelaciones en viejas fincas y se construyan nuevas viviendas en lotes baldíos o espacios subutilizados este concepto hace referencia al suelo con baja intensidad de uso, susceptible de recibir mayor aprovechamiento con usos habitacionales y otros usos. Con modelos así, se cubrirían los siete elementos de la vivienda adecuada que señala ONU-Habitat que son: seguridad en la tenencia, disponibilidad de servicios, habitabilidad, ubicación, adecuación cultural, accesibilidad y asequibilidad.
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